Pablo Chiuminatto
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Sala de lectura nace como parte de un proyecto mayor iniciado por la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Esta iniciativa busca imaginar espacios para la difusión de las diversas actividades académicas que realizamos, acogiendo y promocionando información del ámbito de las Humanidades y las Artes, tanto del contexto nacional como internacional.
Así, con la colaboración de estudiantes y académicos, hoy podemos ofrecer una plataforma que apuesta por una idea fuerza que nos pareció relevante desde el inicio: transparencia en la cultura.
Uno de los principales obstáculos es la opacidad y desorientación que experimenta la comunidad ante la saturación de posibilidades ofrecidas por la vida de una facultad, un campus, una Universidad. Dónde fue, quién lo organizó, cuándo, cómo… Imaginemos esa misma problemática pero a escala nacional e internacional. Y ya no sólo respecto de actividades con audiencia directa, sino además, sumémosle todo el contexto virtual que la tecnología proporciona. Simple, la ampliación se vuelve interminable, aunque no infinita, sobre todo si no nos preparamos para el proceso de aumento constante de las fronteras donde nuestros estudiantes, académicos y funcionarios encontrarán otros materiales, otras respuestas, al momento de “navegar”.
Es decir, aceptamos el desafío para dar los pasos necesarios, de manera de salir de las fronteras del campus virtual de la Universidad y establecer una plataforma que se proyecte hacia el amplio horizonte de contenidos de acceso libre en Internet. Desde una Facultad a la Universidad, pero a su vez, a cada uno de sus estudiantes y de todos los estudiantes y lectores posibles. Sabemos que hoy por hoy la necesidad no es tanto producir contenidos como filtrar y validar información que, como un conjunto enorme, implica que “el usuario” no siempre coincida en los distintos estratos de interés que el ágora digital involucra.
Antes, ser catalogado como una persona culta era quizás algo más simple de definir, porque los contenidos asociados a dicho epíteto estaban prescritos por una sociedad que, a su vez, validaba y filtraba ciertos autores, épocas y movimientos. Hoy, cuando la proliferación de las fuentes y los cambios radicales en los modos de transmisión se han ampliado, el trabajo de prensa cultural debe procesar, legitimar y emitir información que apoye navegaciones que, como nuevos viajes –migraciones que antes podían emprenderse con instrumentos análogos– hoy requieren de una renovación asistida por la tecnología. El medio digital, los océanos de información, requieren de nuevos instrumentos. Esperamos que Sala de lectura y cada una de sus páginas sea un aporte en la aventura de leer.